SAINETE ANUAL CON ARTIFICIO TEORICO DEL SALARIO MINIMO.
En Colombia, es dogma capitalista, que la cuantía del salario mínimo que se paga en nuestro país, es suficiente para remunerar el trabajo empresarial más humilde y con él, sostener a la familia que ese trabajador tiene conformada en su relación de vida. Por ello, anualmente, con simulada resistencia de las centrales obreras, el Gobierno y los gremios económicos, “logran” imponer el porcentaje de incremento de esa contraprestación, para el año entrante, en el ya acostumbrado sainete anual, llamado negociación del salario mínimo.
Para 2.019, según Semana, sugerido por el Presidente Duque, los inversionistas, accedieron a pasar de un 4% inicial propuesto, al 6%; al cual, advino la representación obrera, luego de hablar del 12%; ahí, en los porcentajes, se dibujan claramente, la esencia y talante de la tal concertación.
Los poderosos llegan ofreciendo 4% y suben a 6%; mientras que los voceros de los trabajadores, se presentan pidiendo 12% y bajan al 6%. Para después, todos, incluyendo a los agentes del Estado, salir a vitorear que este es el aumento de mayor impacto en 25 años. Algunos miembros del sector obrero, se sustraen del acuerdo.
En concreto o plata blanca, el incremento significa que a partir de enero primero del calendario venidero, el obrero raso, percibirá por su fuerza de trabajo, un pago mensual, equivalente a $27,603.87, veintisiete mil seiscientos tres pesos con ochenta y siete centavos, diarios y nominales. Nominales, porque a ellos, hay que descontarle los aportes para seguridad social -salud y pensión- y entonces, la gran realidad es esta: Esos veinticinco mil pesos ($25.000,000) líquidos, diarios, no alcanzan para vivir dignamente. Con eso, se malvive, señor Presidente.
Esa objetividad de la vida diaria colombiana, destruye de raíz, el artificio teórico con el cual, el Gobierno Nacional, saca pecho, para hacer creer, que están acercando al obrero nuestro, al paraíso salarial prometido por el Centro Democrático y sus principales líderes. Que ni prometido ni paraíso.
El artificio consiste, en hacer creer, que frente a la inflación calculada para el corriente año y que está por finalizar, la subida del mínimo, resulta gananciosa, porque el porcentaje de elevación es superior al inflacionario.
El salario mínimo, nunca gana ante la inflación; porque el alza en los precios en los bienes y servicios, actual, es decir, los que compra en el día a día, es igual o superior. Por ejemplo, en los servicios que presta o algunos que regula el estado, las tasas o tarifas se encarecen, automáticamente, con el porcentaje del salario mínimo. Ahí, va desapareciendo el poder adquisitivo sobrante, el del Gobierno.
El salario mínimo, adquiere bienes y servicios, con los precios que rigen en el momento de la vigencia de él. En el 2.019, los artículos de primera necesidad, tendrán nuevos precios; los que determine para ese instante temporal, la regulación oficial ya comentada o la natural, derivada de las leyes de la oferta y de la demanda.
O sea, el reajuste en el salario mínimo, no está concebido para aguantar a la voracidad de la inflación. Naufraga ante ésta, porque está considerado como una gracia, un regalo del gran capital al disminuido trabajador.
Además de esa dura realidad, se tiene que las cifras de precios que maneja el DANE., no corresponden con la verdadera y ésta, es otra dura realidad. Estamos acostumbrados a manejar información estadística, que para el grueso de la población colombiana, carece de certeza. Porque no es la que las amas de casa, sufren diariamente en los ajetreos del mercado, para surtir la canasta familiar.
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