POLITICAZOS. Por: Jorca410. DRAMA VENEZOLANO EN SUELO COLOMBIANO.

Por razones de solidaridad, el Estado colombiano y la sociedad nuestra, están en el deber moral de prestarle asistencia humanitaria a las novecientas mil (900.000) personas, que traspasando la frontera de allá para acá, han exteriorizado un propósito de permanencia en Colombia, es decir, se han quedado o radicado en nuestro territorio, en procura de soluciones, aquí, a los problemas de la subsistencia, propios del ser. O sea, alimentación, techo, salud, educación, etc., etc.

Ese flujo migratorio que se ha instalado en nuestra patria, obedece en grandísima parte, al hecho cierto, de vínculos consanguíneos que unen a aquellos, con familias colombianas. Son descendientes, de gente, que en el momento de sus necesidades, emigraron hacia Venezuela y allá, echaron raíces, las mismas que han sido desenterradas, para salir a vagar por esta parte del mundo, en busca de la tierra, que no prometida, los acoja para continuar con sus realizaciones de vida.

Por eso, está bien, que el Gobierno nuestro, adopte medidas que sirvan para la atención de todos esos hermanos venezolanos ingresados a nuestra tierra, buscando lo que en la suya, no tienen.

Pero, esa misma situación de necesidad, la viven en Colombia, millones de compatriotas, para quienes el Estado, no tiene visión altruista, mucho menos, misión de aniquilar ese estado de miseria que los afecta. Y esa indiferencia acontece, porque lo colombiano, se da, entre ambiente de normalidad e individualidad, mientras que lo de los venezolanos, acontece masivamente y en circunstancias de anormalidad.

Queremos decir, que así, como se integran gestiones internacionales, para alcanzar ayudas para beneficiar a los inmigrantes, también se haga igual, para los del patio, para los que son de y están aquí, siempre y que viven en igual condición de aquellos.

Esta objetividad nuestra, nos autoriza a la vez, para criticar al pueblo venezolano. El, pueblo, en gran medida, es responsable de lo que está ocurriendo. Resulta que Hugo Chávez llega al poder y decide, que las riquezas del petróleo, no deben ser para un grupo de privilegiados, si no, para todo el pueblo. Y por eso establece la gratuidad en salud, educación, vivienda, servicios públicos, etc., etc.

Los ricos, los privilegiados, los dueños del gran capital, se sintieron afectados. ¿Y qué hacen? Se declaran en oposición al régimen, porque les disgustan esas políticas sociales. Y se dedican a sabotear la economía, cerrando las empresas y mandando a la calle a los trabajadores, a protestar contra el gobierno. ¿Y qué hace el pueblo? Les sigue el juego y se presta para la maniobra. Y de ñapa, llega la caída de los precios del petróleo. Y ahí, sí que es Troya.

Y obvio. A un país, con el capital privado en receso y con los ingresos estatales totalmente esmirriados, le sobreviene el desastre. Esa, la dura realidad venezolana, sin adentrarnos, en los acontecimientos políticos internos, porque no estamos allá, y no nos consta, cuál ha sido la verdad.

Los venezolanos, se dejaron influir, también, por las enemistades que vociferaron Uribe y Santos, en contra de Chávez y de Maduro. Esto los llevó -a venezolanos- a creer, que en Colombia, las cosas eran mejores que allá. Y que al venir a nuestro suelo, serían recibidos como los cubanos en Estados Unidos: Héroes desertores del comunismo, con todos los honores rendidos por el capitalismo. Encontrándose, con que aquí, todo es comprado. Nada gratis por honor. Y que el pobre compra bienes y servicios, hasta donde medio le alcanza.

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