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Jeff Sessions, fiscal general de EEUU, dimite a petición del presidente Trump



Por: elmundo.es

Menos de 24 horas después de perder el control de la Cámara de Representantes, Donald Trump ha reaccionado en lo que parece un intento de protegerse a cualquier precio de las investigaciones sobre la injerencia rusa en su favor en las elecciones de 2016, sobre sus finanzas, y sobre los conflictos de interés desencadenados por su doble condición de jefe del Estado y del Gobierno y empresario propietario de activos inmobiliarios y hosteleros en los que empresas, personas y Gobiernos extranjeros invierten y consumen. El 'Rusiagate' y todas sus ramificaciones, así pues, se han colocado, una vez más, en la primerísima fila de la actualidad de la primera potencia mundial.

La medida más drástica fue la dimisión, a instancias del presidente, del máximo responsable del Departamento de Justica, el fiscal general Jeff Sessions. Trump ya había dado a entender en múltiples ocasiones que se iba a desembarazar de Sessions después de las elecciones, aunque, en el fragor de la toma por la oposición demócrata de la Cámara de Representantes y, más aún, de la agresiva rueda de prensa con la que el presidente reaccionó a los comicios, nadie pensaba que la decisión fuera a ser inmediata.

Presumiblemente, Trump reemplazará a Sessions con una persona que supervise la investigación del fiscal especial de la 'trama rusa', Robert Mueller, con el evidente objetivo de frenarla o, incluso, de cerrarla. Dado que el Partido Republicano tiene la mayoría en el Senado, donde debe ratificarse el nombramiento, y que Trump ejerce un control total sobre esa formación política, todo parece indicar que la operación está destinada al éxito.

Por el momento, el sucesor interino de Sessions es el jefe de gabinete de éste, Matthew Whitaker, que ya criticó en el pasado la investigación de Mueller e, incluso, lanzó una idea acerca de cómo podría pararla Trump: nombrando a un fiscal general interino mientras el Congreso no estuviera en sesión. A continuación, ese fiscal podría cerrar el grifo del dinero a Mueller, de manera que paralizara su investigación sin necesidad de cesarle.

Sessions es quien manda en el Drpartmento de Justica. Pero se ha recusado de supervisar al fiscal especial Mueller porque él mismo está siendo investigado por el propio Mueller. La decisión de mantenerse al margen ha sido lo que ha arruinado la relación de Sessions con Trump, que ya estuvo a punto de cesarle en julio de 2016. El presidente ha llevado su frustración a Twitter, donde ha puesto de vuelta y media a Sessions, no solo por su intento de ser imparcial en el 'Rusiagate' sino, incluso, por no haber impedido investigaciones por corrupción a dos miembros republicanos de la Cámara de Representantes que han sido procesados.

Al quedarse al margen Sessions, el 'número dos' del Departamento de Justicia, Rod Rosenstein, ha sido el responsable último de las actividades de Mueller. En agosto, Trump estuvo a punto de cesar también a Rosenstein, después de que el New York Times publicara que éste había planteado vigilar a Trump durante la campaña electoral por sus presuntos vínculos con Rusia.

Tanto Ronsenstein como Sessions son republicanos. El primero, de hecho, fue quien llevó el peso de la decisión de Trump de cesar al entonces director del FBI, James Comey, cuando éste empezó a investigar la 'trama rusa'. Sessions fue el primer político de peso republicano en dar su apoyo a Donald Trump en las primarias de ese partido en 2016, y comparte prácticamente todos los puntos de vista del presidente. En áreas como la inmigración, Sessions es de hecho más duro que el propio Trump. Pero, en esta Casa Blanca, la afinidad ideológica está por debajo de la lealtad, igual que el Estado de Derecho se subordina a la política.

Trump, así, no va a nombrar a Ronsenstein fiscal general, sino a alguien de probada lealtad. Es un paso más dentro del asalto de la Casa Blanca a la independencia del aparato de Justicia e Interior de EEUU, un proceso del que también forma parte el cese de Comey y el del 'número dos' del FBI, Andrew McCabe. El objetivo es defender al presidente a toda costa de las acusaciones en su contra.

La nueva escalada no es causal. Llega cuando los demócratas han tomado el control de la Cámara de Representantes, que van a utilizar para llevar a cabo investigaciones, pedir documentos - incluyendo las Declaraciones del IRPF de Trump - y citar a testigos a declarar. Si Trump cesa a Mueller, la investigación podría continuar en la Cámara, cuyas pesquisas tienen una enorme fuerza jurídica. Al mismo tiempo, una serie de temores sin confirmar llevan afirmando desde hace varias semanas que Mueller podría haber iniciado los trámites para llamar a declarar a Trump ante un gran jurado, una posibilidad sin precedentes en la Historia de Estados Unidos.

Precisamente la posibilidad e una investigación de la Cámara de Representantes fue lo que marcó la rueda de prensa de Trump de este miércoles. En un encuentro marcado por sus gritos a la prensa, el presidente de Estados Unidos dejó claro que quiere colaborar con los demócratas, pero que, si éstos emplean su nuevo poder legislativo para investigar sus múltiples escándalos, "adoptaré una posición belicosa".

Un Trump más irritable de lo habitual con los informadores - "¡suelta el micrófono!", "deberían despedirte de CNN", "¡lo que haces es una desgracia!" - recurrió a la que fue su mejor arma en las Primarias republicanas y en la campaña que disputó contra Hillary Clinton: las amenazas veladas y sin concretar. "Si eso ocurre", dijo, en referencia a la cascada de investigaciones que van a desatar los demócratas, "vamos a hacer lo mismo, y el Gobierno se paralizará, y yo les echaré la culpa a ellos". Trump, así pues, solo entiende que se debe investigar a los rivales como arma política.

Como es habitual en él, Trump dejó sus acusaciones en un vago territorio dominado por la fe, las suposiciones, y las frases ambiguas. En la rueda de prensa dio a entender que investigaría a los demócratas por sus supuestas filtraciones a los medios de comunicación acerca de las investigaciones de la trama rusa. También dijo que sabía de "conflictos de intereses" de los congresistas de la oposición, y culminó su amenaza con una frase: "Yo sé más que ellos".

Al igual que cuando declaraba, en la campaña electoral, que él había pagado sobornos a políticos, Trump no dijo por qué hasta ahora no había decidido investigar esos presuntos de corrupción, y solo está dispuesto a hacerlo si le investigan a él. Para el presidente de Estados Unidos, así pues, el Estado de Derecho no existe. Todo es política.

Las amenazas de Trump eran más llamativas porque se alternaban con propuestas de colaboración a la oposición en áreas en las que, hasta ahora, se había negado a negociar, como la sanidad, las infraestructuras, el precio de los medicamentos, y los tratados comerciales. El presidente ofreció "hermosos acuerdos" a sus rivales, los mismos a los que en la campaña electoral acusaba de "querer transformar a Estados Unidos en Venezuela", "tener lista una gigantesca bola de demolición para lanzarla contra la economía", "pretender más crimen y menos empleo", y permitir la entrada en Estados Unidos a asesinos.

Más llamativa fue su celebración de la virtualmente asegurada presidencia de la Cámara de Representantes por la demócrata Nancy Pelosi. "Se lo merece", dijo Trump, que el martes por la noche había llamado a felicitar por su victoria electoral a quien hasta el lunes acusaba de "ayudar a la M-13", en referencia a una mafia salvadoreña. La felicitación de Trump, a las 12 menos cuarto de la noche, a Pelosi es acaso la mejor muestra de la imprevisibilidad de la política del presidente de Estados Unidos. Apenas una hora antes de que Trump llamara a Pelosi, la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, había declarado a los medios de comunicación que "no sé por qué el presidente va a tener que llamar a Pelosi".

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