EDITORIAL. SER PILO SE APAGA.

El programa de financiación educativa, selectiva, a través del concurso de méritos, llamado SER PILO PAGA, creado por el gobierno de Juan Manuel Santos e impulsado durante su último mandato, no va más. El Presidente de ahora, con su equipo económico, lo encuentra sin apoyo presupuestal y decide, que por lo tanto, se cancela el mismo.

Así, sin vaselina, para los millares de estudiantes, que gracias a esa modalidad de oferta de estudios, lograron pisar una universidad y entre otras cosas, de las buenas, las destinadas para la clase social alta, dados los elevadísimos costos de matrícula y desarrollo o cumplimiento del pensum formativo.

El SER PILO PAGA, no es modalidad ideal para procurar la educación de la juventud de un país; la preocupación de quienes dirigen al Estado, debe ser, el de que haya una propuesta de educación pública, destinada a cubrir esa necesidad básica para todos los miembros de ese Estado. Y que la propuesta privada, corresponda a la excepción. Aquel que no esté conforme con la pública, bien puede ir en busca de la privada, porque cuenta con los recursos económicos, para sufragar los gastos que ella demanda.

En Colombia, se tiene, que la oferta de educación privada, supera a la pública, es decir, a la Estatal. Y bien enseñan las estadísticas oficiales, de cuanta población, no llega siquiera a la educación pública, en sus diversos escalafones o grados de enseñanza.

Detalladamente, el tema se puede desgranar así: Niños que no ingresan a la escuela primaria; jóvenes que no desbordan la primaria, no pasan a la educación secundaria y media y de los que sí llegan a ésta y la cursan completamente, cuántos se quedan por fuera de la universidad. Este es el gran problema y el gran reto para los gobernantes; gobernantes con sensibilidad social, interesados de verdad, en el bienestar del pueblo que confía la suerte de su desarrollo personal, a los rectores del momento, del aparato Estatal.

Ante la ausencia del ofrecimiento de una educación amplia y gratuita para los colombianos en general, el Estado, craneado y puesto en práctica por su Presidente de turno, puso a disposición de los educandos, el SER PILO PAGA, a través del mérito; es decir, que alcanzaría cupo en éste, aquellos estudiantes, que lograsen rendimientos académicos, calificados con óptimos puntajes. Es decir, que el estudiante, se gana la opción a la educación, por su altísima capacidad de captación de preparación.

Nosotros no compartimos del todo, ese modo del Estado, de dar educación a su población, por una razón sencilla, no se está buscando solución al problema del déficit de gestión educativa, si no, aliviando la situación general, privilegiando a unos cuantos, gracias, al coeficiente intelectual de éstos.

Y disentimos, porque, primero, insistimos, no es la solución a un problema general esencial, pues la educación, es una necesidad básica de todo ser humano y por eso, no entendemos, cómo en la Constitución de 1.991, no quedó instituida como derecho fundamental. Este, está definido por la Corte Constitucional, por su conexidad con otros derechos fundamentales. Dijo así, esa alta Corporación:

“La educación es un derecho fundamental dado el estrecho vínculo con otras potestades de carácter también esenciales como la vida digna, el trabajo, la libertad de escogencia de profesión y oficio, la igualdad de oportunidades, el acceso al conocimiento y la cultura, entre otros.”

Segundo, el enganche en el programa, no es definitivo. Algún desliz o descuido, que no permita al estudiante, alcanzar la nota mínima de permanencia, lo destierra de la U., y lo deja sin la opción inicial, de no ingreso a la educación superior. Y a él y a sus padres, además, como deudores de lo que hasta donde logró llegar.

Pero, aún con esas deficiencias, el programa es bueno. De mucha utilidad. Y merece su continuidad. Aunque sea una solución paralela exclusiva y no general como debe ser. Afirmar el gobierno, que no hay plata para los Pilos, que hay que apagarlos; pero sí para los fusiles, carajo, eso es mandar huevos.

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