EDITORIAL.

TRIUNFALISMO DEL MINISTRO DE HACIENDA Y CREDITO PUBLICO.

El recientemente posesionado titular de la Cartera de los recursos económicos del Estado, Alberto Carrasquilla, aún no ha llevado a consideración del Congreso de la República, proyecto de ley alguno, tendiente a introducir modificaciones en las reglas de las materias concernientes a la solvencia, recaudos, gastos e inversiones a cargo del tesoro nacional.

El Rector Mayor de la Caja de flujos dinerarios, no ha exhibido aún, ninguna iniciativa a ese respecto, pero ya las anuncia, con carácter de irreversibles y con suprema suficiencia de imposición, los publicita sin inmutarse por los efectos negativos de los mismos, sobre la raquítica economía de origen laboral de la mayoría del pueblo colombiano, de entre la cual, se cuentan muchos de los diez (10) millones de votantes que llevaron a Iván Duque, a la Presidencia.

Lo laboral tiene ocurrencia, porque el trabajo, es dependiente e independiente. Y quien no es inversionista o rentista, es simple y llanamente, trabajador; dependiente o independiente, su congrua subsistencia y la de su núcleo familiar, depende de la venta de su fuerza de trabajo.

El Minhacienda, cranea la rebaja de impuestos a los empresarios, como incentivo para la creación de puestos de trabajo; esta modalidad de favorecimiento al gran capital, viene de ser ejecutada, sin resultado positivo alguno, para el incremento del empleo, por los Gobiernos de César Gaviria, Andrés Pastrana y Alvaro Uribe; Santos, no incrementó los privilegios, pero contuvo algunos desmontes que había prometido. Como volver a las seis (06) de la tarde, hora nocturna para el trabajo dependiente.

Ernesto Samper, no efectuó reformas laborales; pero, navegando en las corrientes privatizadoras de los servicios públicos y vanguardia conceptual del neoliberalismo de César Gaviria, malvendió, con todos sus activos y la facultad de operación, las electrificadoras departamentales caribeñas, a capitalistas venezolanos y éstos a españoles -Unión Fenosa- quienes constituyeron dos sociedades para explotar cómodamente, el negocio de la energía eléctrica: Electricaribe y Electrocosta, S.A.E.S.P.

Estas empresas, desde sus inicios, mostraron ejecutorias ineficientes y abusivas; atropellos al suscriptor o usuario y aplicación de tarifas, a su antojo y amaño. En conclusión, ejercicio arbitrario de su posición dominante, escenificado principalmente, en los intempestivos y casi permanentes racionamientos, sobre todo, en las zonas rurales, en cada uno de los territorios demarcados para cada una de aquellas prestadoras del servicio.

Y los gobiernos de Alvaro Uribe Vélez, fueron cómplices de esos abusos, pues no prestaron atención a los clamores de la comunidad; por el contrario, estaban plegados a los quereres de tales empresas, pues les permitieron, hasta el manejo caprichoso y sin control alguno, de los dineros dispuestos para subsidiar a los suscriptores y usuarios de estratos 1 y 2. Al país no se le ha dicho, qué ha pasado con esos recursos públicos.

Por eso, hoy no sorprende, pero sí indigna, que el Ministro de Hacienda, pretenda solucionar la crisis de la energía eléctrica en la Costa Atlántica, aumentando las tarifas del suministro y consumo de ese servicio público domiciliario y que diga, que va a recuperar la economía, con más exenciones de impuestos para los propietarios de los medios de producción, en detrimento del valor del trabajo del asalariado.

Cuota especial de indignación, merece también, el actual Gobernador del Departamento del Atlántico, Eduardo Verano de la Rosa, quien fue inyector del espíritu privatizador en la Constitución Nacional de 1.991, al pregonar allí, que había que acabar con los monopolios estatales de estos servicios. Pidió, la eliminación de monopolios estatales, para darle paso a los monopolios privados, como ahora, llanamente se vé. Ahí están, los ejemplos de Electricaribe S.A.E.S.P. y de la Triple A., en Barranquilla.

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